La vida de María Luisa
Fuentes Burgos después de “Señorita María”
¿Qué pasó con la vida
de la campesina transexual más famosa de Colombia luego del documental que
contó su vida y su lucha?
En el 2017 Rubén Mendoza estrenó Señorita María, la falda de
la montaña, donde contó la historia de la campesina transexual María Luisa
Fuentes. ¿Qué pasó con esta historia que revolcó las teorías de género y
exploró cómo se viven estos debates en pleno campo colombiano? Viajamos hasta
Boavita, Boyacá, para conocer la vida de María Luisa Fuentes, la señorita
María.
Para llegar a Boavita desde Bogotá hay que recorrer 323
kilómetros y pasar por pueblos como Duitama o Paipa. Para muchos de los
habitantes de esta región la historia que el cineasta Rubén Mendoza contó en el
documental Señorita María, la falda de la montaña es un asunto desconocido y
por ende, este pueblo es uno más del departamento; pero para otros Boavita ya
es un lugar que se busca por la curiosidad de conocer dónde vive María Luisa
Fuentes: una mujer transgénero que recontextualiza todas las teorías de
identidad sexual que tanto se discuten en la academia, pero en el campo
colombiano.
Boavita es un pueblo de 7.585 habitantes sin grandes calles
ni construcciones modernas que rompan la línea colonial de algunas de sus casas
que todavía conservan la historia del pueblo en sus paredes. La “Señorita
María”, como la conoce ahora el país, vive en la vereda Santo Domingo a 20
minutos en moto o transporte público y a una hora a pie. En el 2010 Rubén
Mendoza (el mismo de La sociedad del semáforo, Memorias del Calavero o Tierra
en la lengua) conoció su historia y comenzó un inmersivo y paciente retrato de
su vida que demoró siete años en cocinarse. En el 2017 el documental se estrenó
en festivales de cine y salas de teatro comerciales y María Luisa Fuentes pasó
de ser un extraño personaje de campo a una personalidad nacional que portaba en
su vida las preguntas más complejas que se pueden hacer sobre género e
identidad sexual. La historia de la Señorita María permeó la pantalla y comenzó
a ser invitada a varios eventos en Bogotá como el Festival de Cortos de Bogotá,
Bogoshorts, o a los premios Expresarte que reconocen las creaciones artísticas
de la comunidad LGBTI.
¿Qué cambió para la Señorita María luego de que estuvo
acostumbrada durante muchos años a llevar una vida bucólica y ahora era
reconocida en las calles y era objeto de afecto nacional? Decidimos buscarla e
ir hasta Boavita, para conocer su vida y la de su pueblo luego de que la película
hubiera expuesto todos los conflictos de una sociedad que aún está aprendiendo
a reconocer las fronteras de la sexualidad.
La primera cita con María Luisa Fuentes se pactó para un
sábado a las 9 de la mañana en el atrio de la iglesia principal de Boavita a la
que ella llegó muy puntual, vestida de rojo (uno de sus colores favoritos),
sonriente y dispuesta a darnos un paseo por el parque y las principales calles
del pueblo. Recorrer esas calles era testificar cómo se había convertido en un
personaje preponderante, no solo por el documental, sino por su propia rebelión
contra una sociedad católica y machista cuando decidió que el vestido sería su
armadura y la defensa de su postura. Era su bandera, la forma en la que se veía
hacia el mundo y el símbolo de la lucha contra los que nunca aceptaron su rol
de mujer y se burlaron de ella. Su paso
no era desapercibido: todos la saludaban, algunos todavía con recelo, pero sin
duda en medio de gran popularidad.
El tour Señorita María por Boavita continuó por la tumba de
su madre, la visita a algunas amigas y la búsqueda de algunas cosas para la
casa. Durante el recorrido algunos la
chiflaron, algo que para ella fue normal y no le molesta. Al contrario, dijo
creer que es algo que la fortalece y a lo que con mucha feminidad respondió
moviendo su pelo de un lado a otro.
Señorita María, la falda de la montaña no solo cambió su
vida por la posibilidad de contar su historia; los viajes promocionales y
algunas invitaciones puntuales le hicieron descubrir otro mundo. Sin embargo,
tiene claro que solo dejaría su tierra por un lugar donde pueda trabajar,
ganarse la vida y sentirse activa todo el tiempo. Por eso sus viajes siempre
son cortos porque tiene que regresar pronto por sus gallinas y Margarita, su
vaca consentida. María Luisa Fuentes no se ha descrestado con nada de lo que ha
visto, mantiene la tranquilidad intacta, como si conociera muy bien a lo que se
enfrenta en cada viaje, aunque se ha impresionado con los edificios, los
lugares y la gente.
Su casa prefabricada en medio del campo tiene dos
habitaciones, una sala-comedor, cocina y baño. Al frente está su anterior
vivienda y así se construye un paralelo entre el antes y el después de su vida.
La simpatía que ha generado entre las personas que han visto el documental es
masiva. Algunos boavitanos afirman que ella es una muestra clara de la vida del
campesino en Colombia, abandonado, aguerrido, luchando contra las inclemencias
del clima y de la sociedad que lo ha relegado a un lado. Tal vez esa soledad le
ha permitido a la señorita María construir su propio mundo y tener claro lo que
quiere y lo que no.
Su vida sentimental es un eje muy importante. Dijo con
convicción y esperanza que quiere compartir su vida con un compañero, pero que
nada de esto sucedería a la ligera. A pesar de todas las vueltas y
revoluciones, María Luisa Fuentes es una mujer a la antigua, sin prisa, que
cree que tiene que suceder un año después de conocer a su futura pareja para
que pueda pensar en irse a vivir con ella, o concederle privilegios como
compartir su espacio en los fines de semana. Sin embargo, ese capítulo de su
vida acaba de tener un giro luego de una entrevista publicada por el programa
La Red de Caracol hace un par de días donde se reveló que está en una relación
con el diseñador de modas venezolano Richards Varela. Desde ahí todo ha sido
una bola de nieve que reactivó la fama y ruido mediático de la “señorita”. Los
medios volvieron a buscarla para que cuente cómo es este cuento de hadas sui
generis y a la colombiana.
Hoy hay muchas personas de Boavita y de Bogotá pendientes de
ella porque no todo está solucionado. María Luisa no tiene acceso directo al
agua y debe bajar a una quebrada para buscarla para ella y sus animales. Tal
vez no se puedan cambiar cuatro décadas en dos años, pero cuando uno se
encuentra con María Luisa entiende que todo se puede lograr. La fe, el interés
y los deseos firmes de hacer algo propio la han mantenido. Su voz es escuchada,
sus intereses son tenidos en cuenta, la vida le dio la oportunidad que ella siempre
pidió. Cada noche, en medio de la oscuridad, pedía que algo sucediera. El
documental fue esa luz reveladora y dice que participar en él fue su mejor
decisión.
Rubén Mendoza y su familia son ahora los ángeles que
custodian el fuerte que ella construyó y donde es la reina absoluta de su
mundo; un mundo que no ve ni conoce diferencias sociales ni de género. María
Luisa le dio lecciones de fortaleza a la humanidad para defender lo que uno
quiere ser. Al final, como dice ella, el documental le dio la voz que
necesitaba para que el mundo conociera a María Luisa Fuentes Burgos, la
señorita María.
Foto-periodista:GONZALO ESGUERRA P.
corresponsal colombia
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